miércoles, 20 de julio de 2011

El elearning y la patata.

Por quedar antes de las vacaciones, en estas semanas estoy comiendo con compañeros del sector de la formación y me he dado cuenta que el elearning genera los mismos recelos que hace unos años. Tal vez ahora se ve como inevitable, pero siguen apareciendo las mismas preguntas de siempre.

Esas dudas y recelos son comprensibles pero no muy racionales. Es indudable que el ser humano está preparado para aprender con recursos multimedia. Al igual, los gestores y productores de formación sabemos que hay cursos presenciales horriblemente malos (véase uno que hice de nóminas) pero siguen los recelos.

Tal vez si los inicios del elearning hubieran sido otros, la percepción sería distinta.


Ayer escuchaba por la radio que el consumo de patata no se generalizó en Europa hasta 300 años después de que se trajera de América. Hasta ese momento el producto básico que alimentaba a la población era la castaña, mientras que la patata tenía ciertos prejuicios, como que era afrodisíaco. En una época de hambrunas por alguna enfermedad de los castaños a un rey europeo se le ocurrió poner guardia real a custodiar  un almacén de patata con el fin de que la población viese la patata como un alimento preciado. Dicho y hecho, una vez puesto los guardias la población empezó a consumir patata y a cultivarla salvando sus reparos iniciales.


La introducción de la telefonía móvil fue parecido. Los teléfonos y las llamadas eran muy caras al principio y hablar por el móvil por la calle era signo de cierto poderío económico.

La implantación del elearning en España se explica con dos motivos:

  • Evolución de la formación a distancia (con una imagen regular).
  • Método de ahorro de costes.
El ponerle tecnología hace que gane cierta imagen pero tiene peor imagen que la formación presencial.

Si sus inicios hubieran venido de formación para la alta dirección otro gallo nos cantaría.

miércoles, 13 de julio de 2011

elearning y la transparencia

Llevo una buena racha en la que los clientes me felicitan por mi trabajo y además de engordar mi ego, me ha hecho reflexionar por las causas. Analizando el estado de los proyectos es justo, pero no tan justificable. Según el proyecto hay distintas razones para que el cliente puede estar contento con mi gestión pero creo que la más relevante es la transparencia.

De siempre he trabajado en formación presencial y cuando empecé en el mundo de la consultoría e-learning, tuve la suerte de que un buen amigo me diera el siguiente consejo.

"Hay que ser transparente con el cliente"

No lo entendí muy bien pero con los actos lo fui aprendiendo. El cliente tiene que estar informado de lo que pasa incluso cuando nos va bien. Tiene que conocer el estado del proyecto y no ocultar los problemas ni maquillar los datos ni las incidencias.

La transparencia en la gestión de proyectos
Pero ser transparente no significa nada más encontrar el problema llamar por teléfono y generar alertas. Hay que  tomarse unos minutos en analizarlo y delimitarlo. Puede que se haya caído un servidor o que los resultados no están siendo los esperado. Puede ser que no cumples en fechas o cualquier otro motivo. Pero en cualquier caso es muy importante que, a ser posible, se entere por tí en lugar de por los usuarios.

Ser transparente también significa decir no. No todo lo que nos propone el cliente es buena idea. Generalmente se debe a que hay un gap entre sus necesidades y la solución que plantea. En unos casos por cuestiones técnicas, pero en otras por presupuesto o porque a los proveedores nos cuesta mucho hacerlo. En estos casos hay que ser profesional y adaptar la solución para que cubra las necesidades del cliente.

La transparencia no resuelve los problemas pero genera algo tan antiguo como la confianza. Demuestra respeto por el cliente y sensación de seguridad de que tengo control sobre el proyecto.

La transparencia, el respeto, la confianza, la seguridad hacen que si los números acompañan, el cliente esté agradecido. En definitiva, hablamos del mundo de los valores que se plasman en los actos.

En elearning hay muchas cosas que pueden fallar y es raro que en un proyecto no falle ninguna. A su vez, es muy raro que el cliente no se entere de ellas. Se haga por cuestiones morales o por cuestiones prácticas, la transparencia a medio o largo plazo es siempre rentable. Llevarse un pequeño rapapolvos por una incidencia informada es fraguar una relación de confianza que perdura en el tiempo.