lunes, 28 de junio de 2010

Justificación de la formación e-learning subvencionada (3)

Esta es la tercera entrada relacionada con la justificación de la formación e-learning subvencionada. En ellas hablaba de como justificar la actividad del alumno en los cursos e-learning.
Ahora quiero hablar sobre la justificación no tanto centrada en el individuo, sino en la acción formativa. En los convenios de formación hay acciones formativas sectoriales y transversales que vienen definidas por la paritaria del sector y también se pueden incluir acciones formativas sin clasificar, aunque penaliza la valoración.


Se utilizan gran cantidad de fondos públicos para conseguir mejorar la formación de los trabajadores de un sector concreto.
Sin duda, es importante saber si los alumnos aprovechan o no los cursos que se pagan con fondos públicos. Esa justificación es evidente, pero seguramente no la más importante.

¿Qué se pretende conseguir con una acción formativa concreta? ¿Cómo va a mejorar el sector tras la acción formativa? ¿Cómo se cuantifica?

¿Es normal invertir mucho dinero y luego no saber si ha funcionado o no?
En mi opinión no.

Mi experiencia me indica que en muchas ocasiones utilizamos conocimientos que hemos adquirido por motivos ajenos al trabajo y luego los hemos utilizado en el trabajo. No digamos de favores que pedimos a amigos que no tienen nada que ver con tu puesto de trabajo y nos ayudan a hacer nuestro trabajo. De primeras, pido disculpas a mis amigos informáticos.
Eso significa que adquirir conocimientos nos va a ayudar en algún momento de nuestra vida. Pero cuando se crean programas con fondos públicos debería justificarse su utilidad con los objetivos que nos pongamos.
Ya he dicho lo que no se hace. Pero ¿Qué se puede hacer?
  • En primer lugar, definir que queremos conseguir para mejorar el sector con la formación.
  • En segundo lugar, valorar la calidad de la formación impartida.
  • En tercer lugar, valorar cuanto de los objetivos se ha cumplido.
  • Por último, decidir si en próximos años debemos incluir la acción formativa.
Me voy a quedar con el segundo punto de momento. Valorar la calidad de la formación impartida. Como programa de formación, debería saber si la calidad ha sido buena. ¿Cómo?
Vuelvo a no inventar. Tenemos los cuestionarios de satisfacción de los alumnos. Si los comparamos con otras acciones formativas, tenemos un diferencial que puede ser interesante.
Otra idea. Si tenemos acciones formativas que vienen clasificadas ¿Por qué no se muestrea a los alumnos y se le hace una prueba de conocimientos?. ¿El alumno ha adquirido los conocimientos que se requieren?. ¿Tiene valor el título que se le entrega?
Ya sabemos si los alumnos han percibido el curso como bueno y si han aprendido con él. Ahora nos falta el criterio de utilidad.
Hay medidas indirectas que pueden ser interesantes, como comprobar cuando de interés tienen las empresas del sector en que sus empleados/candidatos tengan hoy o en el futuro dichos conocimientos.

También se puede muestrear y hacer seguimiento a los alumnos sobre si ha mejorado/estabilizado sus condiciones laborales por dicha formación.

¿Ha mejorado el sector?
Las inversiones tienen que ser útiles. Pero no sólo serlo sino que se debe demostrar el rendimiento sacado.
En definitiva, habría que demostrar que una acción formativa ha sido útil para:
  • Los alumnos de un sector.
  • El propio sector.
Para los alumnos es sencillo con dos técnicas.

  • Calidad de la formación. Análisis de Cuestionario de satisfacción y Muestreo/auditoria de Evaluación de conocimientos.

  • Seguimiento longitudinal de alumnos para ver utilidad en un tiempo razonable.
Para el sector se debería tener indicadores pre-post con las mejoras esperadas y comparar.

Para justificar las financiación de las acciones formativas, debería aportarse datos que indiquen que con dicha acción formativa se mejora algún aspectos del sector (indicador) y se debería poder ver en un plazo de tiempo si se ha conseguido. También puede ocurrir que se frene una situación negativa y no deseada. Con ello estamos pronosticando que es lo que va a ocurrir con estas acciones formativas. Pues bien, debería poder compararse con posterioridad y decidir la utilidad de lo ejecutado y recomendar si se debe mantener una acción formativa.

La justificación a nivel alumno no es suficiente para las inversiones realizadas. Hay al menos dos niveles más que atender, el nivel de acción formativa y el nivel de Convenio de Formación.

En otro artículo profundizaré más.

sábado, 26 de junio de 2010

e-learning pata negra

Cotilleando por la red, encontré una entrada sobre un curso e-learning sobre jamón serrano http://e-learning-teleformacion.blogspot.com/2010/06/el-consorcio-del-jamon-serrano-espanol.html.

Como ellos ya lo han contado, no repito, pero he hecho el curso y está interesante.

Por si os interesa, os paso el enlace directo al curso. Sólo es necesario registarse ttp://www.consorcioserrano.com/e_learning/index.php

domingo, 20 de junio de 2010

La semana como unidad de medida del e-learning

Los romanos dividían los días en 24 horas, de las cuales 12 marcaban el día y otras 12 las noches. La duración del día varía según la época del año, en verano los días son más largos y las noches más cortas y al contrario en invierno. Eso significa que cada hora tenía una duración distinta en verano y en invierno.  Por ejemplo la hora Sexta en verano dura 1:16 horas y en invierno 0:44 minutos.

Cuando planifico sesiones presenciales, la unidad mínima de tiempo que utilizo son los 5 minutos. Una actividad puede durar, 5,10, 35 minutos...

Cuando iba al pueblo de mi abuelo, el día se dividía en 8 partes más o menos. No es que no hubiera relojes, sino porque se dividía en tareas. Por ejemplo, una franja horaria es después de ordeñar. Después de una semana en el pueblo uno vuelve relajado.

Hay entornos en los que se divide en cuartos de hora. Uno suele quedar a las doce en punto, a las 12:15, 12:45, pero no a las 12:35.

El metro, tren, avión, en general, los medios de transporte se mueven en minutos. El vuelo puede salir a las 15:32.

Hay actividades que se miden en horas, días, meses o años. Por ejemplo, un curso académico se mide en años.

¿Qué unidad de medida tiene el e-learning?
Ni que decir tiene que depende de la estructuración del curso. Pero la unidad natural de un curso e-learning es la semana. Teniendo en cuenta que no es la actividad única de los alumnos, que unos estudian estre semana, otros en fin de semana y que la libertad de estudio es una ventaja del e-learning, una unidad menor puede restringir esta ventaja.

Si tomásemos como unidad el día, no soporta ni los picos de trabajo, ni un viaje ni cualquier actividad urgente que requiera de nuestro tiempo. Si hoy mando un mail para que mañana realices una actividad, seguro que muchos alumnos tendrán dificultades y rompe las ventajas más apreciadas de esta metodología.

Por el contrario, si tomamos como unidad temporal el mes, probablemente tendremos el problema contrario, como el objetivo está muy lejos y en nuestro día a día tenemos que hacer mil cosas, es fácil despistarse dedicarle poco tiempo al curso. El problema es que remontar un mes es mucho más duro que remontar una semana que es más viable.

La semana como unidad de medida

Ya sabemos que un curso dura X semanas. ¿De qué nos vale?

Fácil, solo tenemos que dividir la materia de estudio y las actividades a realizar con esa periodicidad. La dirección del curso propone un ritmo de trabajo y unos objetivos semanales asociados y se revisa el cumplimiento de los alumnos. Ya sabemos si el ritmo y nivel de aprendizaje de los alumnos es correcto o no.

¿Qué ocurre si el ritmo es mayor o menor del planificado?
Dependerá del diseño del curso. Podemos decidir que el ritmo del alumno es libre y la organización sólo recomienda los tiempos o, por el contrario, podemos exigir el cumplimiento de actividades en fechas concretas. En el primer caso, el alumno puede avisar al tutor que, por ejemplo, se va 15 días de vacaciones y que no va a estudiar en ese tiempo, por lo que esa desviación es viable y aceptada sin problemas y el tutor le debería enviar un cronograma nuevo teniendo en cuenta que cuenta con 15 días menos. En el segundo caso, el alumno, de vacaciones o trabajando debe entregar las actividades solicitadas.

Hay otro motivo para justificar la semana como unidad de medida. La semana facilita la generación de hábitos. Si todos los lunes tengo el feedback de mi tutor junto con las nuevas actividades a realizar, el jueves se si voy bien o no. Yo me organizo mi tiempo pero en mi reloj interno, si hoy es martes, se que todavía tengo tiempo, pero si es viernes me temo que este fin de semana tendré que trabajar en fin de semana.

viernes, 4 de junio de 2010

Perfil del dinamizador 2.0

Hay distintos modelos para dinamizar un entorno colaborativo de un proyecto formativo.

Si el proyecto es muy pequeño, el propio tutor se encargará de todo y ocupará todos los roles.

Si el proyecto es de envergadura requiere especializar los tutores. En este artículo me voy a referir a los proyectos con gran número de alumnos.

Racionalmente, uno se puede plantear 3 posibles perfiles según donde quiera poner el acento.

  1. Informático.
  2. Experto en la materia del curso.
  3. Experto en comunicación.
 En los inicios de la dinamización de portales y escuelas, ante el desconocimiento y cierta dificultad de uso de las herramientas, se ha utilizado a informáticos. Por supuesto, informáticos hay de todo tipo y muchos tienen gran experiencia en funcionamiento de estos entornos porque son usuarios, pero no es necesariamente el mejor perfil.

En otros proyectos, teniendo en cuenta el componente técnico (no tecnológico) se pone a un experto a dinamizar. La idea plausible, pero mi experiencia me dice que dinamizar requiere más competencias que saber de un tema.

Por último, el experto en comunicación. Bajo mi punto de vista, es el perfil más idoneo, pues sabe transmitir ideas, recoger datos y convertirlos en información y tomarle el pulso a los alumnos. Por supuesto, tiene que tener competencias informáticas y cierta especialización si el proyecto lo requiere, pero es más fácil que un comunicólogo se apoye en expertos para dinamizar un portal.

Aunque hay más perfiles, mi fórmula de la dinamización de escuelas de aprendizaje/portales de formación sería:

Dinamizador = Periodista + Competencias Informáticas + Cierta Especialización + Apoyo Técnico

Hay otras posibles fórmulas y grandes profesionales con otro perfil. Por ejemplo, me considero buen dinamizador y soy psicólogo. Conozco informáticos que también lo son. No es tanto quienes no pueden ser, sino quienes suelen ser buenos.

Aquí mi receta.