domingo, 20 de junio de 2010

La semana como unidad de medida del e-learning

Los romanos dividían los días en 24 horas, de las cuales 12 marcaban el día y otras 12 las noches. La duración del día varía según la época del año, en verano los días son más largos y las noches más cortas y al contrario en invierno. Eso significa que cada hora tenía una duración distinta en verano y en invierno.  Por ejemplo la hora Sexta en verano dura 1:16 horas y en invierno 0:44 minutos.

Cuando planifico sesiones presenciales, la unidad mínima de tiempo que utilizo son los 5 minutos. Una actividad puede durar, 5,10, 35 minutos...

Cuando iba al pueblo de mi abuelo, el día se dividía en 8 partes más o menos. No es que no hubiera relojes, sino porque se dividía en tareas. Por ejemplo, una franja horaria es después de ordeñar. Después de una semana en el pueblo uno vuelve relajado.

Hay entornos en los que se divide en cuartos de hora. Uno suele quedar a las doce en punto, a las 12:15, 12:45, pero no a las 12:35.

El metro, tren, avión, en general, los medios de transporte se mueven en minutos. El vuelo puede salir a las 15:32.

Hay actividades que se miden en horas, días, meses o años. Por ejemplo, un curso académico se mide en años.

¿Qué unidad de medida tiene el e-learning?
Ni que decir tiene que depende de la estructuración del curso. Pero la unidad natural de un curso e-learning es la semana. Teniendo en cuenta que no es la actividad única de los alumnos, que unos estudian estre semana, otros en fin de semana y que la libertad de estudio es una ventaja del e-learning, una unidad menor puede restringir esta ventaja.

Si tomásemos como unidad el día, no soporta ni los picos de trabajo, ni un viaje ni cualquier actividad urgente que requiera de nuestro tiempo. Si hoy mando un mail para que mañana realices una actividad, seguro que muchos alumnos tendrán dificultades y rompe las ventajas más apreciadas de esta metodología.

Por el contrario, si tomamos como unidad temporal el mes, probablemente tendremos el problema contrario, como el objetivo está muy lejos y en nuestro día a día tenemos que hacer mil cosas, es fácil despistarse dedicarle poco tiempo al curso. El problema es que remontar un mes es mucho más duro que remontar una semana que es más viable.

La semana como unidad de medida

Ya sabemos que un curso dura X semanas. ¿De qué nos vale?

Fácil, solo tenemos que dividir la materia de estudio y las actividades a realizar con esa periodicidad. La dirección del curso propone un ritmo de trabajo y unos objetivos semanales asociados y se revisa el cumplimiento de los alumnos. Ya sabemos si el ritmo y nivel de aprendizaje de los alumnos es correcto o no.

¿Qué ocurre si el ritmo es mayor o menor del planificado?
Dependerá del diseño del curso. Podemos decidir que el ritmo del alumno es libre y la organización sólo recomienda los tiempos o, por el contrario, podemos exigir el cumplimiento de actividades en fechas concretas. En el primer caso, el alumno puede avisar al tutor que, por ejemplo, se va 15 días de vacaciones y que no va a estudiar en ese tiempo, por lo que esa desviación es viable y aceptada sin problemas y el tutor le debería enviar un cronograma nuevo teniendo en cuenta que cuenta con 15 días menos. En el segundo caso, el alumno, de vacaciones o trabajando debe entregar las actividades solicitadas.

Hay otro motivo para justificar la semana como unidad de medida. La semana facilita la generación de hábitos. Si todos los lunes tengo el feedback de mi tutor junto con las nuevas actividades a realizar, el jueves se si voy bien o no. Yo me organizo mi tiempo pero en mi reloj interno, si hoy es martes, se que todavía tengo tiempo, pero si es viernes me temo que este fin de semana tendré que trabajar en fin de semana.

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