sábado, 3 de octubre de 2009

El libre albedrío o el estudio planificado.

Los alumnos que suelo tener son personas que están trabajando y además se matriculan en un curso. Cuando se planifica la función tutorial hay que decidir si marcarles el ritmo de trabajo o si se les deja al ritmo que quieran y se le solicita el cumplimiento de algunos hitos.

Según los estudios preliminares que estamos haciendo, depende más de la duración del curso que de otras cuestiones. Parece lógico y la lógica en este caso se cumple.

Si el curso tiene corta duración más que planificarse el estudio, lo que tiene que hacer es estudiar. Con unas pocas sesiones de estudio ya lo ha finalizado, por lo que sólo se necesita algunos hitos no tanto para el alumno sino para que el tutor pueda dinamizarlo.

Si el curso tiene más entidad y requiere muchos más accesos al mismo, imaginemos 40-60 accesos. Es fácil dejarse llevar por el día a día y perder ritmo. En estos casos, es recomendable proponer al alumno un calendario con el ritmo de trabajo durante toda la duración del curso. A partir de ese calendario y periódicamente el tutor puede proponer ritmo de trabajo, actividades complementarias y dar feedback al alumno respecto el ritmo propuesto y el real y dar recomendaciones respecto al trabajo que todavía queda por hacer.

En nuestro caso, hemos dividido el equipo tutorial en dos grupos según la duración y especialización de los curso, pues tanto el conocimiento experto como la metodología tutorial son distintas.

¿Qué otras variables incluirías?

1 comentario:

  1. La metodología.

    No es lo mismo un curso planteado como un proceso de autoestudio, con apoyo tutorial y sin carga colaborativa, que uno donde se desea que los alumnos interaccionen entre si.

    En este segundo caso es posible que los alumnos, independientemente de la duración del curso, deban cumplir hitos que en otro caso retrasarían la marcha de sus compañeros, o que haga que el resultado de lo que deben conseguir no sea tan relevante.

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