viernes, 28 de octubre de 2011

En la vida, no todo es elearning.

Esta semana las llamas han quemado parte de mis recuerdos más bonitos. En los montes de Asturias hay un pequeño pueblo llamado San Martín del Valledor que guarda la esencia de la belleza. Es el pueblo de mi abuelo paterno y de parte de mis antepasados. Además, es donde mi madre decidió pasar el resto de la eternidad.

Fuente: La Voz de Asturias
No habré estado más de 20 veces pero en mi interior es mi pueblo, todos los que lo hemos pisado nos hemos planteado seriamente el quedarse a vivir, si bien las incomodidades de las comunicaciones, que sólo vivieran 6 habitantes y la rudeza del medio hacían que nunca dejara de ser un proyecto romántico.

Buena parte de las gentes de mis recuerdos del lugar han muerto y cuando iba, siempre me alegraba ver la casa del tío Paco y la tía Amparo (eran tío-abuelos). Esa casa es la que aparece quemada en la imagen.

Fuente: Lara Valledor
Hace unos años, fuimos a pasar un puente a la casa rural y nos encontramos con mi tía Iciar que también fue a pasarlo y pude enseñarla. Vimos la tienda, la planta de arriba que estaba plagada de moscas por la aparición repentina del calor y, por supuesto, la cocina donde jugamos una partida y charlamos toda la tarde.

Además de las personas, las últimas veces me faltaban los perros. En esa casa siempre hubo perros. Si nos íbamos a triscar por los montes, no  faltaba ni un palo ni un perro que nos acompañase.

De esa época siempre que voy al monte llevo un palo de apoyo. Además te puedes encontrar por el camino un bicho y un palo es muy útil.

Allí me enseñaron que el tiempo es relativo. Uno llega de la gran ciudad contando el tiempo en horas, cuartos de hora e incluso 5 minutos. Quedamos a las 6, a las 6:15 e incluso 6:20. Allí se quedaba o después de una faena o a media mañana.

La última vez que estuvimos, en un paseo en sentido Robledo nos encontramos cientos de manzanas en el suelo sin recoger, setas enormes, nueces, calabazas, moras, de todo. Menchu preguntaba ¿Y esto por qué nadie lo recoge? ¡Qué  pena!. Mi respuesta fue ¿Quién lo va a recoger?

Por si el Alzheimer no me respeta en un futuro, comparto con todos mis recuerdos que están unidos a emociones muy profundas.

Gracias a todos los que habéis hecho que estos maravillosos recuerdos existan y que no cito para que no dejar a nadie fuera.

A veces, una casa no sólo es una casa.

3 comentarios:

  1. Que recuerdos más bonitos Luis!!! Me ha encantado tu publicación!!!
    Laurita!

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  2. Qué pena me da ver estas fotos!Y lo que he llorado leyendo esta entrada.
    Yo solo he estado allí en tres ocasiones, pero las suficientes para haberme enganchado a ese entorno y a esas gentes.
    Quiero recordarlo lleno de manzanas, setas y castañas!!
    Y la casa... con la cocina de carbón encendida y el pote y el dominó sobre la mesa.

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  3. Es precioso Luis...Algún día levantaremos algo y la puerta siempre estará abierta para ti, te lo prometo.
    Lara.

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